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El comportamiento humano es un tema recurrente en muchas religiones y filosofías. Muchas personas creen que sus acciones y decisiones diarias son las que determinan su destino eterno en el cielo o el infierno, incluso dicen que el cristianismo afirma esto, sin embargo, la Biblia enseña todo lo contrario.
Nuestro comportamiento no determina nuestro destino eterno ya que la salvación es un regalo de Dios y no algo que podamos ganar. La justificación por nuestras obras y la salvación de nuestras almas son producto de la gracia de Dios tal como lo dice Efesios:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9)
Otro aspecto importante que la Biblia enseña es que el pecado es universal y que todos los seres humanos pecan. Por lo tanto, ninguno de nosotros puede garantizar que nuestro comportamiento sea suficiente para merecer la salvación. Por esta razón, la gracia de Dios es crucial y es lo que nos permite ser perdonados de nuestros pecados y alcanzar la salvación.
Por lo tanto, la vida cristiana es un camino de seguimiento y obediencia a Dios, no una carrera por ganar recompensas eternas.
Es importante recordar que la fe en Jesucristo y la gracia de Dios son lo que nos salvan, no nuestras acciones. Aunque debemos esforzarnos por llevar una vida cristiana virtuosa, no debemos ver nuestro comportamiento como una moneda de cambio por nuestra salvación. La gracia de Dios es suficiente y es lo que nos permite alcanzar la vida eterna con Él.